miércoles, 1 de febrero de 2017

EL TAHUANTINSUYO

EL TAHUANTINSUYO


El Imperio incaico o inca fue un estado sudamericano con el dominio más extenso en la historia de la América precolombina.2 Al territorio del mismo se denominó Tahuantinsuyo (del quechua tawantin suyo, «las cuatro regiones o divisiones») y al periodo de su dominio se le conoce además como incanato y/o incario. Floreció en la zona andina del subcontinente entre los siglos XV y XVI, como consecuencia del apogeo de la civilización incaica.[cita requerida] Abarcó cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados entre el océano Pacífico y la selva amazónica, desde las cercanías de Ipiales (Colombia) en el norte hasta algún lugar entre el río Maipo, río Cachapoal y el río Maule (Chile) por el sur.

Los orígenes del imperio se remontan a la victoria de las etnias cuzqueñas (Región Sur del actual Perú), lideradas por Pachacútec, frente a la confederación de estados chancas en 1438. Luego de la victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec, con quien el Imperio incaico inició una etapa de continua expansión, que prosiguió con su hermano Cápac Yupanqui, luego por parte del décimo inca Túpac Yupanqui, y finalmente del undécimo inca Huayna Cápac, quien consolidó los territorios. En esta etapa la civilización incaica logró la máxima expansión de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.

Luego de este periodo de apogeo el imperio entró en declive por diversos problemas, siendo el principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Entre los incas la viruela acabó con el monarca Huayna Capac, provocó la guerra civil previa a la aparición hispana y causó un desastre demográfico en el Tahuantinsuyo, que antes de la llegada de los españoles contaba con 14 millones de habitantes, mientras hacia el siglo XVIII contaba con apenas 1,5 millones. Finalmente Atahualpa vencería en 1532. Sin embargo su ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, que capturaron al inca y luego lo ejecutaron. Con la muerte de Atahualpa en 1533 culminó el Imperio incaico. Sin embargo, varios incas rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru I.

El Imperio incaico abarcó los actuales territorios correspondientes al extremo suroccidental de Colombia en la frontera, pasando por Ecuador, principalmente por Perú, el oeste de Bolivia, la mitad norte de Chile y el norte, noroeste y oeste de Argentina. El imperio estuvo subdividido en cuatro suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte, el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo (Anti Suyu) al este y Contisuyo (Kunti Suyu) al oeste. La capital del imperio fue la ciudad de Cuzco, en el actual Perú.

EL TAHUANTINSUYO

Fue el más grande y antiguo imperio desarrollado en el continente americano. Tuvo como sede a la ciudad de Cusco y data del año 1200 d.C. La palabra Tahuantinsuyo proviene de un nombre compuesto por dos vocablos quechuas: Tawa, que significa cuatro, y Suyo, que quiere decir Estado.
El área territorial del imperio fue vastísima. Ocupó una superficie de más de 3'000,000 de Km² que incluía casi 5,000 km (3,107 millas) de costa sobre el Océano Pacífico, lo que representa hoy poco menos del doble de la costa del territorio peruano. El mismo nombre: Tahuantinsuyo, nos indica la división del territorio, basada en relaciones de dualidad, tripartición y cuarta-partición, característicos de la mentalidad inca. Los cuatro suyos o naciones tenían como centro geográfico y político al Cusco. 
       
El Centro Incaico

Al noroeste se ubicaba el Chinchaysuyo, que iba hasta el Río Ancashmayo en Pasto, Colombia; al noreste el Antisuyo, en los valles subtropicales, ocupando parte de la selva baja amazónica; al sudoeste el Contisuyo ocupaba parte de la costa peruana hasta el Río Maule en Chile, y al sudeste el Collasuyo, que ocupó gran parte del actual territorio boliviano, llegando hasta Tucumán, en el Norte de Argentina.

Todas las tierras pertenecían al Sol, al Inca y al Estado. Estas eran distribuidas de tal forma que cada habitante tenía una parcela de tierra fecunda que trabajar. Los varones recibían un topo o tupu (2700 m²; 0.27 Ha, 0.67 acres) al nacer, mientras que las mujeres recibían tan sólo medio topo. No podían venderlas ni heredarlas, ya que no eran posesión suya sino del Estado incaico; por ello, cuando una persona moría, sus tierras eran destinadas a un nuevo habitante.

LA SOCIEDAD INCA

La sociedad Inca estaba caracterizada por un orden jerárquico que colocaba en la cabeza el poder absolutista del Inca; lo seguía la nobleza, a quienes los conquistadores españoles llamaron orejones, porque mostraban los lóbulos de las orejas deformados como consecuencia de llevar pesados ornamentos que los diferenciaban de los demás.

De acuerdo a la escala social del imperio seguían los runas o mitimaes, considerados como gente vulgar. Era la masa del imperio, quienes realizaban las tareas obligatorias en las mitas, un sistema de trabajo colectivo. Finalmente, estaban los Yanaconas o Yanakunas, quienes eran los sirvientes de la casa y provenían de las naciones conquistadas.

Por esto es que sabemos que el pueblo inca fue estrictamente conquistador. Producto de estas conquistas reunieron a numerosos pueblos con ritos y costumbres propias. Para conciliar y contrarrestar esta disparidad cultural implantaron el Runa Simi o quechua, como idioma oficial, y establecieron además una organización social basada en principios morales de obediencia y persecución permanente del delito.

Principios que hoy son conocidos como las leyes básicas del Tahuantinsuyo: Ama Sua (no seas ladrón), Ama Llulla (no seas mentiroso) y Ama Kella (no seas perezoso).

Nadie puede discutir la espectacular organización inca, no sólo por el manejo del inmenso territorio; sino, además, por el éxito de la conducta paternalista de la nobleza inca. Pese a que ostentaban un gobierno monárquico, que tenía antecedentes negativos en Europa y el resto del mundo, la población del imperio nunca pasó hambres, ni privaciones.
Este equilibrio social, actualmente, es visto desde varios enfoques: sistema esclavizador a partir del estudio de la nobleza, y social-imperialista estudiado a partir de los runas.
Por lo mencionado, el Tawantinsuyo merece un título especial entre las sociedades de mayor desarrollo, que considere tanto sus actividades productivas y artísticas, como su planificación social y política.


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