QUE ES LA HISTORIA
La Historia es la ciencia que estudia y sistematiza los
hechos más importantes y transcendentales del pasado humano. Dichos sucesos son
analizados y examinados en función de sus antecedentes, causas y consecuencias,
y en la acción mutua de unos sobre otros, con el propósito de comprender
correctamente el presente y de preparar el futuro. Estudiar la Historia no es
un simple ejercicio memorístico, cargado de hechos, nombres, lugares y fechas
sin conexión alguna.
Historia
Para otros usos de este término, véase Historia
(desambiguación).
En la mitología griega, Clío era la musa o diosa protectora
de la Historia, además de la poesía épica. Aquí aparece observando antes de
anotar en su libro, desde un carro alado cuya rueda es la esfera de un reloj.
"Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus [1920].
En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene
paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas
extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está
vuelto hacia el pasado... Donde nosotros percibimos una cadena de
acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la
arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y
recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda
en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este
huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda,
mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que
nosotros llamamos progreso." (Walter Benjamin, Tesis IX sobre la filosofía
de la historia).1
La historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio
el pasado de la humanidad y como método, el propio de las ciencias sociales.2
Se denomina también "historia" al periodo que transcurre desde la
aparición de la escritura hasta la actualidad.
Más allá de las acepciones propias de la ciencia histórica,
"historia", en el lenguaje usual, es la narración de cualquier
suceso, incluso de sucesos imaginarios y de mentiras;3 4 sea su propósito el
engaño, el placer estético o cualquier otro (ficción histórica). Por el
contrario, el propósito de la ciencia histórica es averiguar los hechos y
procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado e interpretarlos
ateniéndose a criterios de objetividad; aunque la posibilidad de cumplimiento
de tales propósitos y el grado en que sean posibles son en sí mismos objetos de
debate.
En medicina se utiliza el concepto de historia clínica para
el registro de datos sanitarios significativos de un paciente, que se remontan
hasta su nacimiento o incluso a su herencia genética.
A su vez, llamamos "historia" al pasado mismo, e,
incluso, puede hablarse de una "historia natural" en que la humanidad
no estaba presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba para
referirse no solo a la geología y la paleontología sino también a muchas otras
ciencias naturales –las fronteras entre el campo al que se refiere este término
y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la
paleoantropología–, y que se pretende actualizar como "gran historia"
o "historia profunda").5
Ese uso del término "historia" lo hace equivalente
a "cambio en el tiempo".6 En ese sentido se contrapone al concepto de
filosofía, equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar de una
filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios
académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo
del conocimiento, se puede tener una perspectiva histórica –el cambio–– o bien
filosófica –su esencia–. De hecho, puede hacerse eso para la historia misma
(véase tiempo histórico) y para el tiempo mismo (véase Historia del tiempo de
Stephen Hawking, libro de divulgación sobre cosmología).
Véanse también: Historiografía y Método histórico.
Dentro de la popular división entre ciencias y letras o
humanidades, se tiende a clasificar a la historia entre las disciplinas
humanísticas junto con otras ciencias sociales (también denominadas ciencias
humanas); o incluso se la llega a considerar como un puente entre ambos campos,
al incorporar la metodología de estas a aquellas.7 La ambigüedad de esa
división del conocimiento humano, y el cuestionamiento de su conveniencia, ha
llevado al llamado debate de las dos culturas.
No todos los historiadores aceptan la identificación de la
historia con una ciencia social, al considerarla una reducción en sus métodos y
objetivos, comparables con los del arte si se basan en la imaginación (postura
adoptada en mayor o menor medida por Hugh Trevor-Roper, John Lukacs, Donald
Creighton, Gertrude Himmelfarb o Gerhard Ritter). Los partidarios de su
condición científica son la mayor parte de los historiadores de la segunda
mitad del siglo XX y del siglo XXI (incluyendo, de entre los muchos que han
explicitado sus preocupaciones metodológicas, a Fernand Braudel, E. H. Carr,
Fritz Fischer, Emmanuel Le Roy Ladurie, Hans-Ulrich Wehler, Bruce Trigger, Marc
Bloch, Karl Dietrich Bracher, Peter Gay, Robert Fogel, Lucien Febvre, Lawrence
Stone, E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens Vives, Manuel
Tuñón de Lara o Julio Caro Baroja). Buena parte de ellos, desde una perspectiva
multidisciplinar (Braudel combinaba historia con geografía, Bracher con ciencia
política, Fogel con economía, Gay con psicología, Trigger con arqueología),
mientras los demás citados lo hacían a su vez con las anteriores y con otras,
como la sociología y la antropología. Esto no quiere decir que entre ellos
hayan alcanzado una posición común sobre las consecuencias metodológicas de la
aspiración de la historia al rigor científico, ni mucho menos que propongan un
determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del
siglo XX) no proponen ni las llamadas ciencias duras.8 Por su parte, los
historiadores menos proclives a considerar científica su actividad tampoco
defienden un relativismo estricto que imposibilitaría de forma total el conocimiento
de la historia y su transmisión; y de hecho de un modo general aceptan y se
someten a los mecanismos institucionales, académicos y de práctica científica
existentes en historia y comparables a los de otras ciencias (ética de la
investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y consenso
científico, etc.).
La utilización que hace la historia de otras disciplinas
como instrumentos para obtener, procesar e interpretar datos del pasado permite
hablar de ciencias auxiliares de la historia de metodología muy diferente, cuya
subordinación o autonomía depende de los fines a los que estas mismas se
apliquen.
Historia como disciplina académica
El registro de anales y crónicas fue en muchas
civilizaciones un oficio ligado a un cargo institucional público, controlado
por el estado. Sima Qian (denominado padre de la Historia en la cultura china)
inauguró en esa civilización los registros históricos oficiales burocratizados
(siglo II a. C.). La crítica del musulmán Ibn Jaldún (Muqaddima -Prolegómenos a
la Historia Universal-, 1377) a la manera tradicional de hacer historia no tuvo
consecuencias inmediatas, siendo considerado un precedente de la renovación de
la metodología de la historia y de la filosofía de la historia que no se inició
hasta el siglo XIX, fruto de la evolución de la historiografía en Europa
Occidental. Entre tanto, los cronistas oficiales castellanos y de Indias dieron
paso en la España ilustrada del siglo XVIII a la fundación de la Real Academia
de la Historia; instituciones similares existen en otros países.9
Véanse también: Cronista e Historiografía.
La docencia de la historia en la enseñanza obligatoria fue
una de las bases de la construcción nacional desde el siglo XIX,10 proceso
simultáneo a la proliferación de las cátedras de historia en las universidades
(inicialmente en las facultades de letras o Filosofía y Letras, y con el
tiempo, en facultades propias o de Geografía e Historia -disciplinas cuya
proximidad científica y metodológica es una característica de la tradición
académica francesa y española-)11 y la creación de todo tipo de instituciones
públicas12 y privadas (clubes históricos o sociedades históricas, muy
habitualmente medievalistas, respondiendo al historicismo propio del gusto
romántico, empeñado en la búsqueda de elementos de identificación nacional);
así como publicaciones dedicadas a la historia.
Artículo principal: Revista de historia
En la enseñanza media de la mayor parte de los países, los
programas de historia se diseñaron como parte esencial del currículo. En
especial la agregación de historia presente en los lycées franceses desde 1830
adquirió con el tiempo un prestigio social incomparable con los cargos
similares en otros sistemas educativos y que caracterizó el elitismo de la
escuela laica republicana hasta finales del siglo XX.
A ese proceso de institucionalización, siguió la
especialización y subdivisión de la disciplina con diferentes sesgos temporales
(de cuestionable aplicación fuera de la civilización occidental: historia
antigua, medieval, moderna, contemporánea -estas dos últimas, habituales en la
historiografía francesa o española, no suelen subdividirse en la historiografía
anglosajona: en:modern era-), espaciales (historia nacional, regional, local,
continental -de África, de Asia, de América, de Europa, de Oceanía-), temáticos
(historia política, militar, de las instituciones, económica y social, de los
movimientos sociales y de los movimientos políticos, de las civilizaciones, de
las mujeres, de la vida cotidiana, de las mentalidades, de las ideas,
cultural), historias sectoriales ligadas a otras disciplinas (historia del
arte, de la música, de las religiones, del derecho, de la ciencia, de la
medicina, de la economía, de la ciencia política, de las doctrinas políticas,
de la tecnología), o centrada en cualquier tipo de cuestión particular
(historia de la electricidad, de la democracia, de la Iglesia, de los
sindicatos, de los sistemas operativos, de las formas -literarias de la
Biblia-, etc). Ante la atomización del campo de estudio, también se han
realizado distintas propuestas que consideran la necesidad de superar esas
subdivisiones con la búsqueda de una perspectiva holística (historia de las
civilizaciones e historia total) o su enfoque inverso (microhistoria).
El Premio Nacional de Historia (de Chile -bianual, a una
personalidad- y de España -a una obra publicada cada año-) y el Premio Príncipe
de Asturias de Ciencias Sociales (a una personalidad del ámbito de la historia,
la geografía u otras ciencias sociales) son los más altos reconocimientos de la
investigación histórica en el ámbito hispanohablante, mientras que en el ámbito
anglosajón existe una de las versiones del Premio Pulitzer (en:Pulitzer Prize
for History). El Premio Nobel de Literatura, que puede recaer en historiadores,
solo lo hizo en dos ocasiones (Theodor Mommsen, en 1902, y Winston Churchill,
en 1953). Desde una perspectiva más propia de la consideración actual de la
historia como una ciencia social, el Premio Nobel de economía fue concedido a
Robert Fogel y Douglass North en 1993.
Historia como escritura
El escriba sentado (Saqqara III milenio a. C. -IV o V
dinastía de Egipto-). Representa a un funcionario en actitud de comenzar a
escribir, o sea, a registrar un hecho o una interpretación más o menos
interesada de hechos seleccionados -económicos, militares, legislativos,
religiosos-; una función de consencuecias trascendentales: sirve tanto para el
ejercicio y la justificación del poder en su presente como para la preservación
de la memoria histórica hacia la posteridad.
La identificación del concepto de historia con la narración
escrita del pasado produce, por un lado, su confusión con el término
historiografía (historia se llama a la vez al objeto estudiado, a la ciencia
que lo estudia y al documento resultado de ese estudio); y por otro justifica
el empleo del término prehistoria para el período anterior a la aparición de la
escritura, reservándose el nombre historia para el periodo posterior.
Según ese uso restrictivo, la mayor parte de la humanidad
queda fuera de la historia, no tanto porque no accede personalmente a la
lectura y la escritura (el analfabetismo fue la condición común de la inmensa
mayoría de la población, incluso para las clases dominantes, hasta la
imprenta), sino porque los reflejados en el discurso histórico han sido siempre
muy pocos, y grupos enteros quedan invisibilizados (las clases bajas, las
mujeres, los discrepantes que no pueden acceder al registro escrito), con lo
que ha sido objeto de preocupación de algunos historiadores la reconstrucción de
la visión de los vencidos y la historia desde abajo.
Lo mismo ocurre con gran número de pueblos y culturas (las
consideradas como culturas primitivas, en una terminología ya desfasada de la
antropología clásica) que no tienen historia. El tópico los idealiza al
considerar que son pueblos felices.13 Entran en ella cuando se produce su
contacto, habitualmente destructivo (aculturación), con civilizaciones
(sociedades complejas, con escritura). Incluso en ese momento no son
propiamente objeto de la historia sino de la protohistoria (historia realizada
a partir de las fuentes escritas producidas por los que generalmente son sus
pueblos colonizadores por oposición a los pueblos indígenas). No obstante,
independientemente de que los historiadores y los antropólogos ideológicamente
tengan una tendencia etnocentrista (eurocentrista, sinocentrista14 o
indigenista) o, de forma opuesta, multiculturalista o relativista cultural,
existe la posibilidad de obtener o reconstruir un relato fiable de los
acontecimientos que afectan a un grupo humano utilizando otras metodologías:
fuentes arqueológicas (cultura material) o historia oral. En buena parte, esta
diferencia es artificial, y no necesariamente novedosa: el mismo Heródoto no
puede sino usar ese tipo de fuentes documentales cuando redacta la que se
considera la primera Historia, o al menos acuña el término, en la Grecia del
siglo V a. C. para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones de los
hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por
los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que puso a
estos dos pueblos en la lid. Así comienza su obra titulada Ἱστορίαι (léase
históriai, literalmente "investigaciones", "exploraciones",
latinizado Historiae -"Historias", en plural-), seminal para la
ciencia histórica, y que suele denominarse en castellano Los nueve libros de
historia. La lid citada son las guerras médicas y los bárbaros, persas.15
Etimología
La palabra historia deriva del griego ἱστορία (léase historia,
traducible por "investigación" o "información",
conocimiento adquirido por investigación), del verbo ἱστορεῖν
("investigar"). De allí pasó al latín historia, que en castellano
antiguo evolucionó a estoria (como atestigua el título de la Estoria de España
de Alfonso X el Sabio, 1260-1284) y se reintrodujo posteriormente en el
castellano como un cultismo en su forma latina original.
La etimología remota procede del protoindoeuropeo *wid-tor-
(de la raíz *weid-, "saber, ver" -construcción hipotética-)16
presente también en las palabras latinas idea o visión, en las germánicas wit,
wise o wisdom, la sánscrita veda,17 y las eslavas videti o vedati, y en otras
lenguas de la familia indoeuropea.18
La palabra antigua griega ἱστορία fue usada por Aristóteles en
su Περὶ τὰ ζῷα ἱστορίαι (léase Peri ta zoa jistória, latinizado Historia
animalium, traducible por Historia de los animales [el título griego es plural
y el latino es singular]).19 El término se derivaba de ἵστωρ (léase jístōr,
traducible por "hombre sabio", "testigo" o
"juez"). Se pueden encontrar usos de ἵστωρ en los himnos homéricos,
Heráclito, el juramento de los efebos atenienses y en las inscripciones beocias
(en un sentido legal, con un significado similar a "juez" o
"testigo"). El rasgo aspirado es problemático, y no se presenta en la
palabra cognata griega εἴδομαι ("aparecer"). La forma ἱστορεῖν
("inquirir"), es una derivación jónica, que se expandió primero en la
Grecia clásica y más tarde en la civilización helenística.
Historia, historiografía e historiología
La Historia de Italia de Francesco Guicciardini, 1561
Historia General de los Hechos de los Castellanos en las
Islas y Tierra Firme del Mar Océano, de Antonio de Herrera, edición de 1601.
En el estudio de la historia conviene diferenciar tres
conceptos a veces usados laxamente y que pueden llegar a ser confundidos entre
sí:
La historiografía es el conjunto de técnicas y métodos
propuestos para describir los hechos históricos acontecidos y registrados. La
correcta praxis de la historiografía requiere el empleo correcto del método
histórico y el sometimiento a los requerimientos típicos del método científico.
También se denomina historiografía a la producción literaria de los
historiadores, y a las escuelas, agrupaciones o tendencias de los historiadores
mismos.
Artículo principal: Historiografía
La historiología o «teoría de la historia» es el conjunto de
explicaciones, métodos y teorías sobre cómo, por qué y en qué medida se dan
cierto tipo de hechos históricos y tendencias sociopolíticas en determinados
lugares y no en otros. El término fue introducido por José Ortega y Gasset20 y
el DRAE lo define como el estudio de la estructura, leyes y condiciones de la
realidad histórica.21
Artículo principal: Historiología
La historia como conjunto de hechos realmente acontecidos en
el pasado de la humanidad; aunque muy frecuentemente se entiendan
restrictivamente como hechos históricos únicamente a los acontecimientos
trascendentes, los que tienen un alcance lo suficientemente amplio como para
ser útiles para la comprensión de hechos posteriores, o al menos los que son
interpretados así desde la perspectiva del historiador que los destaca o
considera dignos de recuerdo (memoria histórica). La selección de esos hechos
es cuestión de debate, pues cada una de las interpretaciones de la historia
pone el protagonismo de la historia (sujeto histórico) en uno u otro lugar, lo
que determina qué datos considerar hechos relevantes. Los partidarios de una
historia política, militar, cultural, o de las instituciones no coincidirán con
los partidarios de una historia económica y social; oposición expresada en los
términos marxistas de superestructura y estructura o el unamuniano de
intrahistoria.
Es imposible ignorar la polisemia y la superposición de
estos tres términos, pero simplificando al máximo: la historia son los hechos
del pasado; la historiografía es la ciencia de la historia; y la historiología
es la epistemología o teoría de la historia.
Véase también: Razón histórica
Filosofía de la historia[editar]
Artículo principal: Filosofía de la historia
La filosofía de la historia no debe confundirse ni con la
historiología, ni con la historiografía, de los que se separa claramente. La
filosofía de la historia es la rama de la filosofía que concierne al
significado de la historia humana, si es que lo tiene. En su origen especuló si
era posible un fin teleológico de su desarrollo, o sea, se pregunta si hay un
diseño, propósito, principio director o finalidad en el proceso de la historia
humana. En la actualidad se discute más sobre la función del conocimiento
histórico dentro del conocimiento y las implicaciones del mismo. También se ha
discutido sobre si el objeto de la historia debe ser una verdad histórica, el
deber ser, o si la historia es en algún sentido es cíclica o lineal y el
devenir histórico se aparta indefinidamente del punto de partida. También se ha
discutido si es posible hablar de la idea de progreso positivo en ella.
Fines y justificación de la historia
Tampoco deben confundirse los supuestos fines teleológicos
del hombre en la historia con los fines de la historia es decir, la
justificación de la propia historia como memoria de la humanidad. Si la
historia es una ciencia social y humana, no puede abstraerse del porqué se
encarga de estudiar los procesos sociales: explicar los hechos y eventos del
pasado, sea por el conocimiento mismo, sea por que nos ayudan a comprender el
presente: Cicerón bautizó a la historia como maestra de la vida,22 y como él
Cervantes, que también la llamó madre de la verdad.23 Benedetto Croce remarcó
la fuerte implicación del pasado en el presente con su toda historia es
historia contemporáea. La historia, al estudiar los hechos y procesos del
pasado humano, es un útil para la comprensión del presente y plantear
posibilidades para el futuro.24 Salustio llegó a decir que entre las distintas
ocupaciones que se ejercitan con el ingenio, el recuerdo de los hechos del
pasado ocupa un lugar destacado por su gran utilidad.25 Un tópico muy difundido
(atribuido a Jorge Santayana) advierte que los pueblos que no conocen su
historia están condenados a repetirla,26 aunque otro tópico (atribuido a Carlos
Marx) indique a su vez que cuando se repite lo hace una vez como tragedia y la
segunda como farsa.27
La radical importancia de ello se basa en que la historia,
como la medicina, es una de las ciencias en que el sujeto investigador coincide
con el objeto a estudiar. De ahí la gran responsabilidad del historiador: la
historia tiene una proyección al futuro por su potencia transformadora como
herramienta de cambio social; y a los profesionales que la manejan, los
historiadores, les es aplicable lo que Marx dijo de los filósofos (hasta ahora
se han encargado de interpretar el mundo y de lo que se trata es de
transformarlo).28 No obstante, desde otra perspectiva se pretende una investigación
desinteresada para la objetividad en la ciencia histórica.29 Aunque llegar a
conocer los hechos tal como fueron, como pretendía Leopold Ranke, es imposible,
sí es un imperativo de la investigación histórica acercarse al máximo a ese
objetivo, y además hacerlo con una perspectiva tal que sitúe los hechos en su
contexto, de modo que al conocimiento factual se añada el entendimiento de lo
que realmente pasó; y aunque sea inevitable que sesgos de todo tipo alteren la
forma en que tal entendimiento se produce, al menos ser conscientes de cuáles
pueden ser y en qué grado actúan.30
Véase también La objetividad en historiografía
División del tiempo histórico[editar]
Artículo principal: Periodización
No hay un acuerdo universal sobre la periodización de la
historia, aunque sí un consenso académico sobre los periodos de la historia de
la civilización occidental, basado en los términos acuñados inicialmente por
Cristóbal Celarius (Edades Antigua, Media y Moderna), que ponía al mundo
clásico grecorromano y su Renacimiento como los hechos determinantes para la
división; y que actualmente es de aplicación general.31 La acusación de
eurocentrismo que se hace a tal periodización no impide que sea la más
utilizada, por ser la que responde precisamente al desarrollo de los procesos
históricos que produjeron el mundo contemporáneo.
En cuanto a la división del tiempo prehistórico en Edad de
la Piedra y Edad de los Metales, fue propuesta en 1836 por el arqueólogo danés
Christian Jürgensen Thomsen.32
La evolución tecnológica presenta dos grandes cesuras en el
pasado de la humanidad: la revolución neolítica y la revolución industrial, lo
que permite hablar de tres grandes periodos: el caracterizado por la
exclusividad de sociedades cazadoras-recolectoras, el preindustrial y el
industrial (a veces se emplea el adjetivo postindustrial para el periodo de la
historia más reciente).33
El problema de cualquier periodización es hacerla coherente
en términos sincrónicos y diacrónicos, es decir: que sea válida tanto para el
transcurso del tiempo en un único lugar, como para lo que ocurre al mismo
tiempo en distintos ámbitos espaciales. Cumplir ambos requisitos resulta
difícil cuando los fenómenos que originan el comienzo de un periodo en un lugar
(especialmente el Próximo Oriente, Asia central o China) tardan en difundirse o
surgir endógenamente en otros lugares, que a su vez pueden estar más o menos
próximos y conectados (como Europa Occidental o el África subsahariana), o más
o menos lejanos y desconectados (como América u Oceanía). Para responder a todo
ello, los modelos de periodización incluyen términos intermedios y periodos de
solapamiento (yuxtaposición de características distintas) o transición
(aparición paulatina de las novedades o características mixtas entre el periodo
que empieza y el que termina). La didáctica de la historia se ayuda
frecuentemente de diferentes tipos de representación gráfica de la sucesión de
hechos y procesos en el tiempo y en el espacio.
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